Estaba yo sentada en una banca en un vestigio de naturaleza, perdido entre el asfalto y el cemento de esta enorme ciudad, mejor conocido como parque. Pensaba que el trabajo era una joda constante, que Luis mi compañero está bien bueno, aunque es casado, pero igual que importa a quién le dan pan que lloré y yo soy más que pan. Me acordé que mi casera me quiere subir la renta, del pinche “apartamento” como ella lo llama, de una habitación tan pequeña que apenas y cabe la cama, un baño, un mal intento de cocina y un pasillo al que osa nombrar sala comedor. Pero que está pen…sando si no quiero regresar con mis papas.
Mientras perdía el tiempo mi conciencia me decía, “Tanto por hacer, dinero por ganar, porquería por limpiar y tú aquí sentadota”. La ignoré y seguí meditando sobre la vida, y las cosas tan triviales que suceden en una ciudad como esta, con tanta gente. Como la parejita de la banca de junto a la derecha, un hombre maduro de traje y buen ver con una chica que se nota no ha dejado ni la pubertad. Esta tonta le va a aflojar en cualquier motel barato, como el de aquí a la vuelta, viejo rabo verde y niña tonta, pensé. En la banca a mi izquierda había un hombre con una historieta de “Vaqueros” y cara de amargado. Me dio lástima a ese de seguro lo dejo su vieja, porque enseguida se le nota que ni a coche a de llegar y eso de andar a pie en la ciudad no está nada nice. Al frente había otra banca en la que estaba sentada una “señora” de esas que se creen las dueñas de la ciudad, muy “pipiris” , con dos niños que jugaban a su alrededor mientras ella se ocupaba de leer el nuevo número de vanidades, y echarle un ojo a la camioneta del año en la que se transporta, no vaya a ser que se la fueran a robar. Entre pensamientos me dije a ésta le dan pal gasto, camionetita y hasta para revista. Lo más seguro es que su marido sea como el que esta acá a lado, que le gusta tener a su esposa una señora bien para presentar a sus amistades mientras en sus ratos libres se echa al plato, a cuanta chavita se le ponga enfrente.
Ahh…Suspiré, es tan reconfortante saber que no soy la única con problemas, en esta ciudad llena de gente interesada y criticona.
De repente me pregunté qué pensarían ellos de mí, sí por un momento olvidaran sus frívolas ocupaciones y me miraran. De seguro se dirían, mira esa muchacha se le nota el fracaso en los ojos, ha de vivir en un departamentucho de una sola habitación, o peor aun con sus padres. Pobre se le nota la necesidad de atención, de una noche de sexo, si no parece que tenga novio, ni perro que le ladré. No es nada agraciada. Juventud desperdiciada.
Me sentí impotente ante lo que pensaban, gemí, y me dije para mí, que mal pensada es la gente, que no tienen nada mejor que hacer. Me retiré como llegue a pie, no iba a permitir que me siguieran criticando.